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      LA TANATOQUÍMICA DEL FORMALDEHÍDO

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      Elaborado por: José Manuel López Moa, Tanatólogo-Embalsamador

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      Con las ventajas y desventajas atribuidas pero desde una perspectiva imparcial, se pretende discurrir sobre unos de los compuestos fundamentales en la química de las Ciencias Mortuorias. Me refiero a la histórica y diversa aplicación del formaldehído y 

      sus derivados, desde su inicio tanatopráctico hasta el científico mortuorio, centrándonos en los tratamientos cadavéricos de hoy día.

       

      Debemos comenzar por reconocer que los recursos que puedan servirnos de referencia para el tema en nuestro idioma son limitados y algunos de estos, carecidos de credibilidad científica mortuoria.

       

      Son algunos de esos escasos recursos, lamentablemente, quienes mercadean entre sus productos, la desinformación.

       

      Tal vez por eso, una de las citas con las que inicia el texto Teoría y Práctica Mortuoria, podría muy bien dirigir este debate racional. Adoptado de la filosofía Unamuniana, convida a los profesionales de la salud a concientizar que “La verdadera ciencia enseña, por encima de todo, a dudar y ser ignorantes”. Así que ejercer la crítica analítica sobre aquellos individuos o empresas, cuyo mercadeo pretenden y presentan confusamente, datos relacionados al formaldehído en nuestra práctica es una responsabilidad ineludible para mí.

       

      Para pautar que es mito y que es realidad, debemos comenzar por valorizar esta molécula simple (compuesta por Hidrogeno, Carbono y Oxigeno) que ha servido como estándar universal para la fijación tisular de materia cadavérica por más de un siglo de historia. El mismo compuesto producido por humanos, animales y plantas, presente en nuestro medio 

      ambiente y que es resultado de varios procesos naturales, desconocido por algunos.

       

      En Estados Unidos, fue contrastada la producción y diversa aplicación de estas industrias versus el sector funerario, resultando que aproximadamente un porciento (1%) del consumo industrial es correspondiente al sector funerario norteamericano.

       

      Las investigaciones, ensayos y reportajes sobre el formaldehído (HCHO ó CH2O, por su fórmula molecular), no son nada nuevo para sus conocedores y científicos de intachable reputación. Su reemplazo en nuestro sector ha sido propuesto anteriormente, tal como sucedió en su momento con el arsénico, cuando fue reemplazado debido a los conflictos toxicológicos que represento y aun representa para la medicina forense. Como también el riesgo ocupacional para los cementerios, por su incapacidad como agente químico en desintegrarse (descomponerse), tras realizada la inhumación. Hallazgos como estos, también han sido tergiversados por algunos inescrupulosos que alegan que la presencia del arsénico y formaldehido en los cementerios representa un mismo riesgo.

       

      El formaldehído es un gas incoloro, de muy buena solubilidad con el agua y comercializado en solución acuosa, llamada formalina y que contiene un treinta siete por ciento de formaldehído gaseoso por peso o el equivalente a un cuarenta por ciento por volumen. Emplear el formaldehído inadecuadamente implica serios riesgos para la salud del tanatopractor/embalsamador,  por tal razón se enfatiza el uso de equipo de protección individual (EPI) y un sistema de ventilación adecuado que aminore la exposición al formaldehído.

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