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      1/1

      Además

      Fuente: EFE

      Irma Plascencia y Celso Sandoval recuerdan con dolor e indignación, la tremenda agonía que los hizo pasar una funeraria cuando por error, intercambió los cuerpos de sus familiares.

      Israel Plascencia, el marido de Irma tenía que ser enterrado en Pomona-California, pero la funeraria

      mandó sus restos al estado de Guerrero-México, donde fue sepultado. Los de Ponciano Sandoval, hijo

      de Celso, que debía ser enviado a México, los dejaron en EE.UU.

       

      El hijo de Celso, Ponciano Sandoval Ahuejote, de 30 años, falleció el 28 de noviembre víctima de una tuberculosis fulminante. Su padre, quien vive en North Hollywood, decidió mandarlo a Guerrero para que la madre del muchacho y el resto de la familia le dieran sepultura. Al menos ésos eran sus deseos.

       

      “Todo el pueblo lo veló, y acudió a la misa. Fue sepultado, y cuando estaban en los novenarios me hablaron de la funeraria para decirme que a quien habían enterrado no era mi hijo”, dice Celso.

       

      “Me puse muy nervioso. Se me tapó el habla. ¿Cómo puede ser otro al que enterraron y no mi hijo?”,

      recuerda aún lleno de inquietud. La familia había visto el rostro del hijo a través del cristal del féretro. Se les hizo diferente, pero pensaron que se debía a que tenían trece años de no verlo.

       

      La noticia movilizó a la familia, que tuvo que ir con el alcalde por un permiso para exhumar al marido

      de Irma Plascencia. Esperaron todo el día para que la funeraria mandara el dinero para regresar al occiso a Estados Unidos, pero no llegó, así que avanzada la noche tuvieron que volverlo a sepultar”, dice Celso.

       

      El enredo puso en aprietos a la familia con las autoridades locales quienes amenazaban con meterlos a la cárcel por difamación de cadáveres. Cuando el dinero llegó, el marido de Irma fue desenterrado

      y enviado a Pomona.

       

      Celso dice que por fin el 12 de diciembre, recibieron el verdadero cuerpo de su hijo y pudieron rendirle

      los honores fúnebres. “En medio del sufrimiento y la desesperación que vivimos, me sentí contento de que por fin mi hijo, fuera a descansar en paz”, revela.

       

      El dolor y coraje que sufrieron por el intercambio de cadáveres hizo que Irma Plascencia y Celso Sandoval decidieran demandar a la funeraria. Fue ahí donde se conocieron.

       

      “Quiero justicia porque la funeraria jugó con nuestro dolor. Tienen que afrontar las consecuencias por

      burlarse de nosotros y provocarnos tanto sufrimiento. Mi esposo no era un bulto ni un papel”, expresó Irma

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