La historia de las deformaciones y perforaciones corporales es tan antigua como la misma piel, en todas las épocas se ha llevado a cabo una constante manipulación de nuestra apariencia física, de modo que es imposible establecer el momento exacto de su aparición. En las últimas décadas han emergido de nuevo estas prácticas con un creciente aumento de tipos y formas.
Las motivaciones para modificar el cuerpo son muchas; unos lo hacen para reafirmar su personalidad, rebelándose contra la sociedad y su autoridad, otros por el simple deseo de individualizar su cuerpo. Sin embargo otros ven virtudes sexuales insospechadas . Pero la mayoría de personas lo hace por simples razones estéticas.
En la sociedad de consumo y por presión de la moda, las metamorfosis corporales actuales, al igual que la cirugía estética están dedicadas mayormente al embellecimiento. Estas prácticas en contra de determinados modelos sociales, los fomenta y termina transformándose en una moda de rejuvenecimiento.
En la historia, encontramos las primeras muchas evidencias de deformaciones corporales; En Egipto, el ombligo anillado era un signo de la antigua realeza egipcia y prohibida a todos aquellos que no fuesen nobles. En la Roma imperial los centuriones de la guardia del César, llevaban aros en los pezones, como muestra de su virilidad y coraje, así como un accesorio de sus vestimentas ya que les permitían colgar en ellos las cortas capas que usaban.
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Además
CUANDO EL CUERPO COMUNICA
LAS DEFORMACIONES CORPORALES
Las perforaciones extremas, de los lugares habitualmente utilizados como son la cara, orejas, nariz, ceja, boca a la nuevas zonas descubiertas para ser perforados, o deformados, surgen curiosos tipos de modificaciones corporales.
Uno de ellos es el piercing genital de motivaciones estéticas y sexuales, sus adeptos provienen sobre todo del medio homosexual y sadomasoquista. Sus poseedores, además de una pretendida vocación estética, les asignan una pretendida función erótica y de estimulación
sexual durante el acto sexual.
Dentro de los piercings masculinos. el más popular sin duda es el Príncipe Albert, consiste en una perforación vertical, sobre la parte ventral del glande y el frenillo penneano. Algunos lo documentan en referencia al Príncipe Albert, marido de la inglesa reina Victoria. Este personaje utilizaba dicha argolla penneana, con el fin de poder atar su miembro a la pierna, por los muy ajustados pantalones de la época.
En otras culturas nos encontramos tipos son el Ampallang ( Bornéo) consiste en la perforación horizontal del glan de, y la uretra comprendida. Otros muchos otros tipos, lugares de inserción
en dicho miembro y denominaciones: Apadravya, Dydoe y Prepulga prechip. En otros lugares del periné masculino, destacan la patilla consistente en colocación de un anillo, entre la base de los testículos y el ano; o en los Países arabes el Hafada, que se practica insertando un anillo a través del lado superior del escroto. A modo de “rito de paso” del hombre adulto.
Los nativos del Pacífico sur, (Papúa Nueva Guinea, Polinesia) usan un piercing llamado Guiche. Se suele realizar durante la pubertad, a través del perineo o la zona que se encuentra entre el ano y el escroto.
Dentro de los piercing femeninos, están los que perforan el clítoris o su prepucio. Aunque también se practican perforaciones de los labios menores o mayores.
Hoy en la sociedad globalizada, y al igual que en la moda, las deformaciones corporales demuestran una gran arbitrariedad. Se copia lo exótico por el gusto de adaptar lo que viene de fuera. Con funciones, decorativas y encaminadas a la experimentación de nuevas sensaciones. Las deformaciones corporales, al igual que la moda deviene en caprichosa, voluble, extraña, extravagante, y porque no decirlo cruenta.
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